Hace un par de años me enteré por Internet que la Municipalidad, junto a algunos entusiastas peuminos se organizaron para la no menor tarea de restaurar la icónica cruz del cerro Gulutrén. Le hacía mucha falta por el paso propio del tiempo y por el paso de cientos de personas que no valoran el monumento y lo utilizan como pizarra o se llevan con ellos una parte de él.

Al parecer el municipio tiene el espíritu de valorar el patromonio arquitectónico de la comuna, considerando entre éstos a la famosa cruz. Aunque han olvidado considerar la estación y el único monumento nacional de la comuna a la fecha de éste artículo.

Es loable reconocer el espíritu o la intención ante las acciones que nosotros mismo juzgamos o criticamos sin ser parte o aportar a ellas. Sin embargo, hay que considerar que en este caso la autoridad municipal sólo cumple con su deber al conservar el patrimonio de la comuna, y en especial la cruz del Gulutrén que es un ícono comunal.

Cuando se interviene una obra como la famosa cruz, se debe planificar dicha intervención para que la misma modifique mínimamente el monumento que lleva tanto tiempo en la cima del cerro frente al pueblo. Por eso a pesar de la buena intención no puedo dejar de pensar en dos cosas que se observan a primera vista luego de la «Restauración».

  • La base de la cruz era originalmente un cuadrado de unos 5 ó 6 metros en cada uno de sus cuatro lados en la parte inferior y 4 escalones, terminando el último en la base de fierro. Pero la nueva base se rellenó encima de la anterior con concreto y dejando dos escalones grandes que le cambiaron el aspecto al hito.
  • Un par de meses después a alguien se le ocurrió la «genial» (nótese el sarcasmo) idea de poner una placa de bronce al parecer para recordar a todo el mundo de la «restauración» de la cruz en donde fue necesario perforar con un taladro la estructura metálica para poder remachar o apernar la placa.

Yo me pregunto por la necesidad real de haber puesto la placa justamente modificando de modo alguno la cruz, lo cual demuestra a todas luces una tremenda ignorancia y real poco aprecio por los monumentos históricos. Esto lo digo en base a la dicotomía que existe entre el discurso oficial de las autoridades y las acciones que realmente demuestran lo contrario.

No tengo nada en particular en contra de las placas, son un autobombo para demostrar la gestión hecha que todos los gobiernos utilizan para publicitar la gestión. Cuando se hacen en lugares como plazas o edificios nuevos creo que no hay problemas en el lugar donde se instalan.

Pero nuevamente queda a la vista una real ignorancia respecto de la valorización que se debiera tener sobre nuestros monumentos. Y este aspecto, no solo la autoridad es responsable de la preservación, pues somos todos los visitantes los encargados de no deteriorar los lugares que visitamos; no es necesario rayar nada, traernos un pedazo del monumento, subirnos o poner placas que al final destruyen.